MEXICO

BUENA ESTRELLA

En Febrero del año 2012 (año del Dragón en el Horóscopo chino) recibí un mensaje en facebook de mi prima mexicana Millaray, invitándome al Festival 5 de Mayo en Puebla (México). Lo mejor que puede sucederle a una viajera es encontrarse con una posibilidad de viajar casi caída del cielo. Salté de felicidad y comencé los preparativos. Iría a presentar el espectáculo La Pasión junto a Diego Riedemann en guitarra, Oscar Arenas en bajo, Carlos Nelidow en batería y Cristián Gallardo como nueva adquisición, en saxo alto y clarinete.

El día Jueves 12 de Abril a las 7 de la mañana llegué a México. Nadie esperaba por mi, no tenía teléfono de contacto ni direccciones, sólo me quedaba esperar. Así que esperé. Al cabo de una hora apareció un señor bajito y sonriente con un cartel que llevaba mi nombre. José Manuel se llamaba, se había separado hace 5 años y tenía dos hijos. Nos subimos en su auto y partimos rumbo a Puebla. En el camino me preguntó si quería probar algo bien mexicano y se detuvo en un puestito en medio de la carretera a comprar unos tamales de Mole con atole... delicioso! En el camino me fue contando algunas cosas del pueblo mexicano ( hasta ahí el paisaje no me parecía muy diferente a algunas zonas de Santiago), salimos del DF y el paisaje cambió por completo: campos, cerros y volcanes. La Mujer dormida y el Popocatpl, que ahora está activo y tiene a la ciudad cubierta de cenizas. El no tenía muy claro a qué hotel íbamos y yo menos, así que preguntó un par de veces, me llamó la atención la amabilidad de los mexicanos al responder. "En el pedir está el dar" comentó José Manuel.

Puebla es una ciudad hermosa, muy colonial, con estrechas calles de adoquines y muchas iglesias y construcciones antiguas. Finalmente llegamos al Hotel Gilfer que está en pleno centro de la ciudad, a pasos del Zócalo y la Catedral.

Yo estaba tan cansada y obnubilada  por tan intenso cambio en unas cuantas horas, de la noche a la mañana que ni siquiera reconocí a Diego cuando salió a ayudarme con las maletas. El Hotel era maravilloso, 4 estrellas y tenía una habitación enorme para mi sola, todos los servicios de comida estaban incluidos y la gente nos recibió de maravillas. Era como estar en un sueño. Fui a desayunar y desfilaban en los pasillos y los ascensores artistas, técnicos y productores del festival. Llamó mi atención un grupo de personas de la India, eran un grupo de músicos y bailarines, no pude conversar mucho con ellos, pero sentirnos a todos juntos aquí en México era casi surreal.

Luego de un largo descanso, salí a caminar un rato para despejar mi mente y llegar del todo (si es que es eso posible). Fui a conocer el Teatro de la Ciudad donde tocaríamos al día siguiente, había un concierto de una banda de funk de DF llamada Trío Gus. El teatro era enorme. Yo pensaba: "del Le Fournil, que es un pequeño Club de Jazz en el Patio Bellavista (Santiago, Chile), que es el único lugar donde hemos presentado el espectáculo, a este tremendo teatro y nada más y nada menos que en México... los regalos de la vida".

Al terminar el concierto dimos unas vueltas con Carlos Nelidow, el baterista de la banda, nos sentamos en un banquito de la plaza y conversando de la vida le dije que estaba un poco nerviosa con el espectáculo, porque siempre es incierto cómo lo va a recibir el público, yo hablo mucho entre tema y tema, voy contando una historia y tal vez el público mexicano no estaba acostumbrado a eso... tengo dos opciones: hacer La Pasión tal y como es o simplemente hacer el concierto más  tradicional y ya... miedos, inseguridades... Carlos me dijo algo muy cierto "Tenemos que hacer lo que hacemos, a lo más algunas personas puede que se paren y se vayan, pero si estamos aquí tenemos que hacer lo que hemos preparado". Y claro, suena tan evidente cuando te lo dice otro. Así que sonreí y tuve la claridad absoluta de hacer La Pasión tal y como es. Qué más lindo que entregar lo de uno. Esa noche dormí muy tranquila.